miércoles, 4 de febrero de 2009

El fin del crecimiento


"El capitalismo no es compatible con la protección ambiental porque se fundamenta sobre el crecimiento- crecimiento de ganancias, de actividad económica y crecimiento económico en general."
"El crecimiento, sin embargo, es algo tan básico y tan sagrado en la profesión del economista que cuestionarlo implica poner patas arriba varias de las premisas más preciadas de su campo. Pero la realidad física de los límites del planeta se impone. Comentando sobre esta disyuntiva, el perspicaz Kenneth Boulding dijo una vez que "el que piense que el crecimiento puede continuar ilimitadamente en un mundo finito o está loco o es economista". Boulding sabía de qué hablaba, era economista."
"Los economistas dirán a coro que encoger la economía provocaría un ruinoso descalabro mundial. Y bien pueden tener razón. Según el educador ambiental George Monbiot, la reducción en actividad económica necesaria para prevenir el peor escenario del calentamiento global significaría una depresión mundial de proporciones nunca vistas en el mundo moderno. Una vez leí por ahí- a manera de chiste- que el ambientalismo es el primer movimiento que propone bajar el nivel de vida."
"Esto significa que la izquierda deberá dedicarse no solamente a repartir equitativamente el pastel de la riqueza económica a la vez que lo va encogiendo sino que también debe distribuir de manera igualitaria los riesgos, costos y responsabilidades que enfrenta la humanidad ante el calentamiento global y otros desafíos ambientales."

Artículo completo: el fin del crecimiento

Las omisiones de ZP



Echo de menos programas como ‘La clave’, de José Luís Balbín. Aquellos eran debates televisivos de verdad. Por eso creo que poco aporta al debate colectivo el espectáculo mediático de ‘Tengo una pregunta para usted’. La selección aleatoria de quienes están llamados a interrogar al invitado y el desconocimiento, por nuestra parte, de qué criterios se arbitran para decidir el orden de las preguntas (no todas las personas presentes en el estudio tienen la posibilidad de hacerlo) son, junto al indudable asesoramiento con el que acude el entrevistado, elementos que le restan espontaneidad a un programa que no termina por abordar en profundidad los problemas expuestos.

La última comparecencia de Zapatero en TVE, el pasado lunes 26 de enero, arrojó más sombras que luces, pese al notable seguimiento que obtuvo, cifrado en más de seis millones de personas. Y digo más sombras que luces porque, aunque muchos de los invitados se esfuerzan en poner contra las cuerdas al personaje entrevistado (la pregunta de aquel espectador, traductor de profesión, que le recriminó a Zapatero la venta de armas a Israel, es una muestra de ello), hay aspectos esenciales del debate que se ocultan a la audiencia.

Para empezar, se esperaba que el contenido del programa fuera monotemático. La crisis económica fue el asunto estelar. Pero era previsible, también, que las respuestas dejaran en el tintero aspectos esenciales de aquélla. La machacona insistencia del presidente del Gobierno en achacar la crisis a factores externos obvió, por ejemplo, que el propio modelo de crecimiento en que se ha sustentado la economía española en los últimos años contenía los elementos que le condenaban a la actual recesión. En ningún momento reconoció Zapatero que de la crisis actual de nuestro país se derivan graves responsabilidades políticas al haberlo fiado todo al ‘ladrillo’ y a la especulación urbanística asociada a ese modelo.

Salvador Jové, economista y ex eurodiputado de IU que recaló hace unos días en Murcia, denunció en su conferencia que la reciente aprobación de los Presupuestos Generales del Estado se produjo despreciando las advertencias de The Economist que anunciaban, por adelantado, la recesión. Y dijo más cosas: las previsiones de crecimiento del 1% no eran reales, pues, sólo quince días después, el ministro Solbes hubo de rectificar aquéllas, anunciando, por ejemplo, que las cifras del paro se situarían en torno al 15% de la población activa (estimación muy optimista pues algunos analistas las elevan al 20%). ¿Por qué no reconoció Zapatero que el supuesto crecimiento anterior de nuestra economía coexistía con un preocupante déficit en nuestra balanza comercial? ¿Por qué no dijo que el 60% del total del crédito bancario en estos años de supuesta bonanza económica ha ido a parar a las constructoras? ¿Por qué omitió el dato de que la contribución al PIB del sector industrial ha pasado del 16% al 13% entre 1995 y 2007, mientras que el de la construcción aumentó del 6 al 11% en esos años? ¿Por qué ocultó que la contribución de los salarios a la renta nacional ha ido cayendo en ese periodo? Y pese a su machacona insistencia, también, en las necesarias políticas sociales, ¿por qué no dijo que estamos a la cola de la UE en gasto social, en I+D y en Educación? Nada de esto dijo Zapatero, quien, por el contrario, apeló constantemente a la ilusión y al esfuerzo colectivo para salir de la crisis. Pero la ilusión la ha de generar el Gobierno con sus políticas activas. Es hora de que, al igual que en tantos países afectados por la misma, el Estado intervenga activamente para generar las condiciones para salir del atolladero. Una banca pública (¿por qué se privatizó en su día a ‘Argentaria’?), el control estricto de los flujos financieros en nuestro país y fuertes inversiones en Educación, en nuevas tecnologías y en energías renovables, además de generar empleo, nos situarían en posiciones ventajosas de partida para aumentar nuestra competitividad y, de paso, disminuir nuestra dependencia exterior, que está en el origen de nuestro preocupante déficit comercial. Pero de ello poco se habló.

Fdo. Diego Jiménez http://desdemicornijal.blogspot.com/

lunes, 2 de febrero de 2009

Ciudad de las personas o ciudad de los coches


Ésa parece ser la pregunta que en la Región de Murcia siempre se decanta hacia el mismo lado. Mientras que ciudades más modernas optan por un sistema de transporte público que descongestione de tráfico rodado el centro urbano, en Murcia se ha concedido un presupuesto colosal para la construcción de dos gigantescos aparcamientos bajo el suelo de la céntrica Avenida de la LIbertad y el aledaño Jardín de San Esteban.

Las ventajas inmediatas son obvias, mayor accesibilidad para los vehículos privados al centro de la ciudad. Entre las desventajas, se han mencionado muchas: la inversión millonaria de las arcas públicas, mayor colapso de tráfico en el centro atraído por el efecto llamada de las plazas de garaje, incalculables molestias para los vecinos adyacentes a las obras -así como daños en sus inmuebles-, inhabilitación de los lugares donde estarán emplazados para el uso de los murcianos durante la duración de las obras -no olvidemos que son zonas muy transitadas, también por la gente de a pie-, impacto ambiental, degradación del patrimonio histórico de la ciudad -hay estudios de la Universidad de Murcia que sitúan bajo San Esteban restos arqueológicos de la época del Al-Andalus-, la desaparición del mercadillo que desde principios de los ochenta es seña de identidad del municipio, y las más que sospechosas concesiones que el gobierno siempre hace para las obras públicas a empresas como el Grupo Generala. Todo esto, se suponía, durante unos once meses, pero lo cierto es que en Marzo del presente año prescriben y aún no se predice un fin próximo. Es más, en breve comenzarán las obras del segundo aparcamiento, el de San Esteban.

Tratemos primero la declaración de intenciones que esto supone. Si se pretende tender hacia un modelo urbano de ciudad peatonal, ajardinada y con espacios públicos para todo tipo de expresiones ciudadanas, el ayuntamiento debe peatonalizar las calles, construir jardines y plazas y ceder ese espacio a los habitantes del municipio. Para llegar hasta ellas, quien no es el propietario de un piso en el centro, hasta ahora usaba el coche, hacía varios kilómetros agravando los atascos por toda la ciudad y una vez cerca de su destino, desencantado de la posibilidad de encontrar una plaza para el vehículo, lo malaparcaba encima de las aceras, con el consecuente peligro de sanción.

Pues bien, parece que en lugar de descongestionar el tráfico urbano, se pretende bonificarlo con más facilidades para usar el vehículo particular. No sólo no se peatonaliza el centro, sino que se hace más accesible para todo tipo de coches, motos y todoterrenos. Tampoco se han programado líneas de transporte público -en cualquiera de sus expresiones- que lleguen hasta el centro, es más, los autobuses urbanos, concesión monopolística a Latbus, serán menos eficientes en su recorrido diario porque tendrán que pelear con las nuevas hordas de coches que lleguen a la ciudad atraídos por la promesa de aparcar en las ensanchadas infraestructuras que se han habilitado para ellos.

Desde diversos análisis se hace patente que lo idóneo para avanzar hacia el modelo de ciudad anteriormente descrito -ciudad de las personas-, consiste en un centro peatonal, de acceso limitado o nulo al tráfico rodado, y con varias líneas de transporte público -léase autobús, tranvía, metro o guagua si se quiere- que lleguen hasta él desde las afueras, donde ahí si, que construyan todos los aparcamientos que quieran. Sería una buena alternativa: yo, habitante de -por ejemplo- Cartagena, debo ir a Murcia a hacer unos papeleos necesarios. Suponiendo que rechace los autobuses, opto por ir en mi coche, y al llegar a Murcia leo unos carteles que me avisan de que el acceso al centro en vehículo privado no está permitido, por tanto, aparco en un lugar habilitado para ello a las afueras. Una vez hecho esto, me subo al metro o tranvía gratuito que conecta este aparcamiento con el centro de la ciudad, que es el lugar al que quería ir; un trayecto cómodo y sin preocupaciones, no tendré que pasarme una hora para encontrar un hueco para mi coche. Una vez llego ahí, paseo sin dificultad por las calles, sin semáforos porque sólo hay peatones, tal vez bicicletas, y llego a la oficina a la que me dirigía. Agradable, ¿Verdad? Pues unos cálculos rápidos lo sitúan rápidamente en económicamente viable, pero además, ecológicamente mucho más sostenible, y socialmente más humano.

Pero claro. Todo es cuestión de los intereses que desea favorecer cada gobierno, en el caso que nos ocupa, favorecer las expresiones de lo privado en detrimento de los servicios públicos. Así más empresas podrán beneficiarse de la contrata de las obras, el gasto de gasolina, el alquiler de las plazas de aparcamiento. ¿Verdad?

Fdo. Anonimo.

jueves, 30 de octubre de 2008

Bienvenid@!


Empezamos a caminar! Hola, eres bienvenido al Foro Crítico de la Región de Murcia. Trabajaremos colectivamente sin discrepancias en la forma de pensar y analizar la realidad. Es un foro que pretende concienciar a la juventud murciana, con un método simple de debate y crítica al modelo impuesto. Vox Populi es una inciativa de un grupo de jóvenes anónimos de la Región de Murcia, sin ningún personalismo o autenticidad, sólo como contrainformación a los medios comunicacionales dominantes y como método rústico a la noticia del día a día, publicando lo más insignificante para algunos o lo más cojonudo para otros. Saludos, el Equipo Creador.

MÉTODO DE TRABAJO
El Vox populi trabaja de la forma más fácil y directa:

Para Aportaciones...


[+] Enviad a voxpopulimurcia@gmail.com vuestra aportación escrita + imágenes y/o vídeos (Url).
[+] En menos de 12 hrs. Se publicará vuestro contenido íntegro (*).


Para Comentarios...


[+] Clicas "Comentarios" en el inferior derecho de la publicación.

[+] Es libre.




(*)Censura y veto a cualquier contenido fascista, racista, homofobico, xenofobo, eufemista, o contraprudecente con la convivencia del foro.