miércoles, 4 de febrero de 2009

Las omisiones de ZP



Echo de menos programas como ‘La clave’, de José Luís Balbín. Aquellos eran debates televisivos de verdad. Por eso creo que poco aporta al debate colectivo el espectáculo mediático de ‘Tengo una pregunta para usted’. La selección aleatoria de quienes están llamados a interrogar al invitado y el desconocimiento, por nuestra parte, de qué criterios se arbitran para decidir el orden de las preguntas (no todas las personas presentes en el estudio tienen la posibilidad de hacerlo) son, junto al indudable asesoramiento con el que acude el entrevistado, elementos que le restan espontaneidad a un programa que no termina por abordar en profundidad los problemas expuestos.

La última comparecencia de Zapatero en TVE, el pasado lunes 26 de enero, arrojó más sombras que luces, pese al notable seguimiento que obtuvo, cifrado en más de seis millones de personas. Y digo más sombras que luces porque, aunque muchos de los invitados se esfuerzan en poner contra las cuerdas al personaje entrevistado (la pregunta de aquel espectador, traductor de profesión, que le recriminó a Zapatero la venta de armas a Israel, es una muestra de ello), hay aspectos esenciales del debate que se ocultan a la audiencia.

Para empezar, se esperaba que el contenido del programa fuera monotemático. La crisis económica fue el asunto estelar. Pero era previsible, también, que las respuestas dejaran en el tintero aspectos esenciales de aquélla. La machacona insistencia del presidente del Gobierno en achacar la crisis a factores externos obvió, por ejemplo, que el propio modelo de crecimiento en que se ha sustentado la economía española en los últimos años contenía los elementos que le condenaban a la actual recesión. En ningún momento reconoció Zapatero que de la crisis actual de nuestro país se derivan graves responsabilidades políticas al haberlo fiado todo al ‘ladrillo’ y a la especulación urbanística asociada a ese modelo.

Salvador Jové, economista y ex eurodiputado de IU que recaló hace unos días en Murcia, denunció en su conferencia que la reciente aprobación de los Presupuestos Generales del Estado se produjo despreciando las advertencias de The Economist que anunciaban, por adelantado, la recesión. Y dijo más cosas: las previsiones de crecimiento del 1% no eran reales, pues, sólo quince días después, el ministro Solbes hubo de rectificar aquéllas, anunciando, por ejemplo, que las cifras del paro se situarían en torno al 15% de la población activa (estimación muy optimista pues algunos analistas las elevan al 20%). ¿Por qué no reconoció Zapatero que el supuesto crecimiento anterior de nuestra economía coexistía con un preocupante déficit en nuestra balanza comercial? ¿Por qué no dijo que el 60% del total del crédito bancario en estos años de supuesta bonanza económica ha ido a parar a las constructoras? ¿Por qué omitió el dato de que la contribución al PIB del sector industrial ha pasado del 16% al 13% entre 1995 y 2007, mientras que el de la construcción aumentó del 6 al 11% en esos años? ¿Por qué ocultó que la contribución de los salarios a la renta nacional ha ido cayendo en ese periodo? Y pese a su machacona insistencia, también, en las necesarias políticas sociales, ¿por qué no dijo que estamos a la cola de la UE en gasto social, en I+D y en Educación? Nada de esto dijo Zapatero, quien, por el contrario, apeló constantemente a la ilusión y al esfuerzo colectivo para salir de la crisis. Pero la ilusión la ha de generar el Gobierno con sus políticas activas. Es hora de que, al igual que en tantos países afectados por la misma, el Estado intervenga activamente para generar las condiciones para salir del atolladero. Una banca pública (¿por qué se privatizó en su día a ‘Argentaria’?), el control estricto de los flujos financieros en nuestro país y fuertes inversiones en Educación, en nuevas tecnologías y en energías renovables, además de generar empleo, nos situarían en posiciones ventajosas de partida para aumentar nuestra competitividad y, de paso, disminuir nuestra dependencia exterior, que está en el origen de nuestro preocupante déficit comercial. Pero de ello poco se habló.

Fdo. Diego Jiménez http://desdemicornijal.blogspot.com/

2 comentarios:

Álvaro dijo...

Un blog prometedor, enhorabuena.

L3óN dijo...

Pues si, tiene muy buena pinta...